Un cuento de hadas
Para Rosa
De esos que escriben las hadas
Para ser leídos a solas tras la ventana
Érase una vez que se era
El retrato de una dama
Que pintado con luz estaba
En verso el cuento se contaba
Qué cartero fuera aquel
Al que el azar mandara
A deslizar bajo mi puerta
Aquella semblanza, velada.
Qué sutil que obrara
Cual fuera un fantasma
Pues apenas si me di cuenta
De cómo su misiva entregaba
Pero ahí estaban
El dibujo de unos ojos
El perfil de una boca
La línea suave de unas formas.
Pero aquí el cuento no acababa
Pues seguían sus palabras
Y el pensamiento que encerraban.
A las hadas me dirigí.
Cantores de este cuento
A reprenderlas con criterio
Que del oficio de narrar entiendo.
¿Porqué nos reprendes?
No te ha gustado el retrato.
O es nuestro cuento, que aunque de hadas
No es por ello menos cierto.
En defensa de su historia
Las hadas siguieron diciendo.
Dinos qué le falta
Para dejarte contento
Quizás fuera, le falta magia
¡Oh no! El conjuro que usamos
No era el apropiado, a bien cierto.
O sería la tinta con que escribimos
Pues nos aseguraron que de risa de sirena era
Tal vez nos engañaron.
La luz con que pintamos el retrato
Del lucero del alba la sacamos
Quizás prefirieras otra estrella.
Aquella a la que nuestras manos no alcanzaron.
Por fin explicarme me dejaron.
Oportunidad tuve de expresarles
De mis críticas el porqué sensato.
En vuestro cuento, por sirenas inspirado
En vuestro retrato, con luz de estrella pintado
En vuestro conjuro bienintencionado.
Me mostráis
El dibujo de unos ojos
La línea de una boca
La veladura de unas formas
El discurso de su alma
Pero os olvidasteis de aquello
Que en falta echo
Y que ahora os relato
De sus ojos, el brillo de sus pupilas
De su boca, la humedad de sus labios
De sus formas, la suavidad de su tacto.
De sus palabras, el rítmo con que las pronunciara
Y aún más.
Adornarla con joyas
Bien le haría
Estas, os las regalo yo. ¡Tomadlas!
Ágatas para sus ojos
Rubí para su boca
Diamantes que vistan su cuerpo
El canto de los ángeles para sus palabras.
Y de paso sobre sus penas
Les pintáis alas
Para que vuelen, sin ser olvidadas.
Pues alguna pluma guardara.
Y si os sobra algo de magia
Volved sobre vuestro libro de pócimas
Y crear un perfume, el más sublime
Derramarlo después sobre ella
Que así de joyas vestida
Con su alma elevada
Y de magia perfumada
Más aún que la luna brille
Y que el propio sol calentara.
No te has dado cuenta de nada
Respondes las hadas.
Riéndose en mi cara
Todo lo que pides para ella
Ya se lo concedimos
Mucho antes de que a ti ese retrato llegara
Pero son gracias de hadas
Solo visibles para aquellos
A quien ella quiera mostrarlas
A quien sepa de verdad mirarla.
Así que tú, poeta tonto
Recibe el consejo de las hadas
Y escribe tu el final del cuento.
Toma la tinta de risa de sirena
Lo demás de tu pecho saca.
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